Trenes (parte I).
Esta temática se inicia con Un grito en el Cushamen , que recrea los resoplidos de una locomotora Baldwin en la estepa patagónica y continúa con Rehenes del silencio, que cuenta las desventuras de otras tres criaturas con corazones de vapor en tierras americanas. Un grito en el Cushamen Como muchos otros niños, los trenes siempre me generaron una atracción irresistible: esas formaciones que parecían casi infinitas, que estaban sujetas en la cabeza por una mole mecánica que silbaba sus propias melodías y bufaba a voluntad. Si observar una locomotora por salir del andén era ya una cuestión para el asombro, verla partir se transformaba en algo más . Tal vez sería por la forma en que la partida era anunciada, con ese pitido capaz de despertar hasta a los fantasmas de una vieja estación abandonada. O quizás la explicación uno debería buscarla en la cadencia, en el compás que el motor y las ruedas se comprometían a respetar. Quién podía saberlo, pero también era posible que el